sábado, 13 de marzo de 2010

LA PINTORA y ESCULTORA PAULINA ALTUNA HABLA SOBRE MI LITERATURA Y OTRAS COSAS



Estimadísimo Sr. Jiménez, me permito enviarle unas pocas líneas para expresarle mi felicitación por esta novela: la Obra y los duendes ecuatoriales. La he leído pausadamente para no perderme de nada. Al final con tristeza iba viendo que se acababan las páginas, pues gracias a la extensión se me hizo dulce rutina participar de su literatura.


Aparte de la increíble imaginación y humor que ha utilizado para denunciar al gobierno más corrupto de los últimos años y esclarecer un momento político trascendental del Ecuador en la vida económica del mundo, lo que más me gusta son sus expresiones de amor a la mujer, los personajes femeninos proféticos que me provocan crear imágenes tridimensionales.


Sus personajes están cargados de humanidad. Los contrastes de la mediocridad frente a la belleza me han incitado a buscar algo mejor de lo que tengo, de lo que soy. La esperanza!. Después de dejar acentada nuestra identidad lo que provoca su libro es creer y crear. Tendrá que ser lectura obligatoria para todo ecuatoriano e interesado en nuestra verdad, digo verdad y no realidad (esa que está en las noticias locales y extranjeras), pues su libro deja clara la diferencia. Como antes, hoy, su presencia y la fuerza de su obra son para mi una guía.


Agradezco infinitamente a Dios el tenerlo en mi vida. Le agradezco infinitamente a usted por sus comentarios sobre mí, sobre mi esposo y sobre mi trabajo. Mi trabajo que se originó en el cálido espacio por usted creado en el taller Legarda, influida por el profundo compromiso constructor que nos imponía su ejemplo y su quehacer. Envuelta en la ternura y alegría de Rita, mi maestra de modelado y todo lo demàs!. La participación de mi esposo y la mía en la publicación de esta gran obra, fue solo un gesto de reciprocidad a su trabajo de siempre. Algo natural entre personas agradecidas.
Le deseo todo lo mejor en la promoción de la obra y estoy segura que hay mucha gente inteligente, buena y necesitada que sabrá aprovechar los contenidos de esta maravillosa novela de nuestro país, por fin una novela auténtica que muestra el potencial de nuestro pueblo!. Y si las autoridades encargadas de las promociones culturales no se manifiestan cooperativas, me parece justo seguir desnudándoles para mostrar sus sinvergüenzas motivos de posponer el desarrollo de nuestro país. En todo caso, siempre nos arreglaremos para mostrar la belleza.


Un abrazo muy grande a la distancia.

Paulina




Querida Paulina :
Usted me abruma con los elogios que hace a la Obra, buena parte de ellos se debe a su generosidad. Si bien creo que el valor de mi trabajo es relativo, confirmo y creo que la condición de los burócratas de la cultura oficial y ciertos desconcertados o envidiosos críticos, la opinión que usted tiene es muy justa y la confirmo plenamente.

Como usted es una gran artista, una creadora infatigable, con una obra madura que los críticos anquilosados y mediocres no se han detenido a ver, sabe que hacer nuevas las cosas, ser original y veraz, cuesta mucho. Le agradezco su amorosa comprensión. Usted sabe que Rita y yo, guardamos para usted y su familia un aprecio inconmesurable y la gratitud que usted menciona de la gente sana.
Nicolás

martes, 9 de marzo de 2010

LA OBRA Y LOS DUENDES ECUATORIALES : OBRA DE BUENA FACTURA Y TINO / El Telégrafo

Sección ARCADIA - Deletreo - 20 de febrero de 2010



Leer 859 páginas parece una tarea titánica en estos tiempos de la web y las redes sociales, pero vale la pena cuando se trata de una novela como La Obra y los Duendes Ecuatoriales. A la vez que se disfruta el estilo y la yuxtaposición de tiempos y puntos de vista en las 10 historias, separadas con gracia por sus respectivos signos gráficos, el lector se autolacera reviviendo la historia reciente del país. El eje es el gobierno de Jamil Mahuad, aquí descrito como el Jasirato.


Sin embargo, la investigación detrás de las condiciones políticas, sociales y económicas descrita en la novela es lo que la dota de un sabor propio, casi adictivo. No se puede dejar de leer hasta haber terminado de jugar a reconocer a los personajes actuales que retrata la historia, separándolos, por supuesto, de los que son ficticios. Es una empresa atrevida la del autor, Nicolás Jiménez Mendoza, pero con un bufé de hechos y crónicas, incluso de 1787, sazonado con los comentarios y la apreciación de los males del país, que satisface al lector incisivo. Se lee sin descansos.


Al final se puede iniciar lo que será la historia 11. (Walter Franco)


lunes, 8 de marzo de 2010

LA OBRA Y LOS DUENDES ECUATORIALES / Peter Thomas en El Comercio, Revista Siete Días, Domingo 1 de Marzo de 2010

Peter Thomas .- Crítico y catedrático. Profesor de Literatura de la Universidad de Carolina del Norte - Wilmington. Miembro de la Asociación de Ecuatorianistas, un grupo de académicos estadounidenses y ecuatorianos que se dedica a estudiar nuestra literatura.

En artículos anteriores he criticado a novelistas que escriben con el propósito de vender al máximo sus obras a lectores perezosos o a los no dispuestos a exponerse a textos que les incomoden.

Es un criterio que no se puede aplicar a Nicolás Jiménez Mendoza, autor quiteño de la recién pubicada 'La obra y los duendes ecuatoriales'. Los ecuatorianos que no van a sentirse ofendidos-a menudo de manera personal con nombres apenas ficticios - son pocos.

La novela vitupera a gran parte de sus lectores y simpatizantes potenciales y me pregunto cuántos de los que no rechazan la obra por esa razón van a tener la fortaleza de terminar sus 859 páginas. Otro serio obstáculo de recepción de La obra. (si al autor le interesa): es un libro que desafortunadamente dudo que vaya a atraer a muchos lectores que no sean ecuatorianos y, aun para los más empedernidos de estos, creo que sus muchas repeticiones y despliegue de detalles minuciosos van a hartar.

La obra..., texto "totalizador" , es otro ejemplo por excelencia del género de la novela "quiteña" en que la ciudad desempeña una función casi protagónica, como en otras dos de las obras ecuatorianas que más me han gustado en años recientes, 'El palacio del Diablo' de Modesto Ponce y 'La guerra de la funeraria' de Byron Rodríguez V.

Se narra en fragmentos de contrapunto y es más que nada una crítica feroz del mandato de Mahuad como apoteosis de incompetencia y corrupción. Sin embargo, el texto sí propone valores de la legítima cultura popular mestiza como posibles fuentes de reivindicación nacional.

Dejo a los ecuatorianos decidir si el retrato que presenta el autor de ellos sea justo o no. Lo que sí digo es que esta audaz, pero tal vez demasiado ambiciosa novela, es obra clave en las letras ecuatorianas contemporáneas y que merece la atención de lectores y críticos, tanto dentro como fuera del país que temo es poco probable que reciba. Ojalá que esté equivocado.