sábado, 7 de noviembre de 2009

Última publicación: LA OBRA Y LOS DUENDES ECUATORIALES, novela


LA OBRA Y LOS DUENDES ECUATORIALES, novela, 859 pp. Ediciones Bernardo de Legarda, Quito, Septiembre 16 del 2009, Año del bicenternario.

Lo que dice la solapa: " La Obra los duendes ecuatoriales es una novela con varios matices. Debido a su complejidad, sería casi injusto reducirla a un resumen simplificador. El texto, en sí, está conformado por varios relatos que se suceden, yuxtaponen y encuentran para formar un todo coherente. Sin embargo, se puede decir que la novela se centra, en su mayoría, en los hechos alrededor del Jasirato (o el gobierno de Jamil Mahuad) y su contexto político, económico, social, etc. Los diferentes personajes de los desímiles relatos confluyen en un halo de corrupción que envuelve la ciudad de Quito. Muchos van con la corriente que, depredadora, arrastra a los débiles y codiciosos por un río interminable de podredumbre. Los insólitos nexos entre medios de comunicación, instituciones religiosas, privadas, públicas, extranjeras y sicariatos hacen de este texto una novela que muestra el complot detrás del gobierno de Mahuad y desenmascara una ideología heredada que macera y corrompe a la sociedad, incluso, desde sus remotos principios coloniales"

"Ya que la novela hace alarde de una riqueza narrativa evidente y que los elementos a analizar son muchos, se tratará, en la medida de lo posible, de destacar los más relevantes de acuerdo al propósito de esta crítica.

Antes de entrar en lo meramente narrativo, lo que llama la atención a primera vista es la extensión del libro. Los autores en la actualidad, se inclinan por la narración de relatos más cortos y de lectura ágil. Es más, algunos escritores, conocidos por sus relatos extensos han realizado nuevos relatos mucho más cortos. Sin embargo, es más sorprendente aún, la versatilidad y destreza del autor para crear un libro de esa extensión para que además resulte entretenido, apasionante a lo largo (y ancho) del mismo. Si bien en algunos momentos, los varios relatos que componen esta novela repiten algunos de los sucesos narrados, es un libro que justifica su extensión a través de la riqueza de datos históricos, personajes (tanto históricos como ficcionales), lugares de Quito donde se desenvuelven las tramas y la habilidad con la que se relata desde varios puntos de vista narrativos"

"En cuanto a lo espacio-temporal, la historia se desarrolla, en gran parte, a finales de los noventa, en particular, alrededor del gobierno de Mahuad. Pero este espacio y este tiempo son, en realidad, un eje donde convergen las demás historias, pues algunas relatan hechos y crónicas incluso de 1787, atravesados por los comentarios de personajes contemporáneos y su apreciación sobre la herencia burocrática, maligna e hipócrita, que, hasta los presentes días, no es posible sanear.

En otras instancias, el discurrir narrativo abarca la historia de algunos personajes desde su niñez, así crecen y se desarrollan, unos fructíferamente, otros devienen malévolos residuos de heredades paternas con sus consecuentes autodestrucciones. La segunda mitad del siglo veinte acogerá las historias de pequeños duendes que irán forjando, bajo distintas condicionantes, su destino.

Quito es el escenario donde convergen estos seres, alienados unos, en pugna otros, contagiados de deslealtad y voracidad del resto. El centro de la ciudad es el primigenio ambiente que, de a poco, trueca y muta hacia un horizonte distinto en el norte, donde "el buen vivir" se manifiesta a través de la preferencia de los potentados y nuevos burgueses que el creciente comercio (y la coima) ha producido en la capital."

"Se produce una polifonía, un coro de voces que se alternan para construir variso puntos de vista sobre ls "realidad" del país de la época. Incluso, una de las múltiples voces (de los tantos personajes) que agrega su perspectiva es "EL AUTOR", quizás al puro estilo de Alfred Hitchcock en el cine, de Ernesto Sábato en la literatura y Stan Lee en los comics, Jiménez utiliza un personaje que probablemente, le permite estar en su propia novela en calidad de personajes y la justifica desde el punto de vista de su propio creador, así lo describe en varios fragmentos."

"El texto está muy bien logrado. Los personajes y sus voces reflejan coherencia y más aún, mucha solvencia narrativa. Resulta una crítica altisonante que apuesta por concientizar a lector huidizo y/o desinteresado, en fin una valiente propuesta con un potencial suficiente para convertirse en una novela, sobre la nación, de trascendencia."


Informe de la Comisión Institucional de la Casa de la Cultura:

"Este voluminoso libro de Nicolás Jiménez Mendoza es una novela de 859 páginas, estructurada en 4 partes con 19 capítulos, es realmente la biografía de una sociedad inestable políticamente, culturalmente pobre y humanamente desorganizada y desorientada. Y esta sociedad es la nuestra, la ecuatoriana."

"El autor matiza la trama con episodios eróticos, escenas de carácter histórico y mordades cuadros de gente que jugó un rol especial en su vida: maestros, condiscípulos, vecinos, amigos de taberna y mujeres de toda condición; no se escapan curas morbosos, burócratas corruptos y políticos desatinados."

"Por otro lado, el autor inserta personajes estáticos que hablan, como en el teatro, modalidad que es totalmente inusual en el género novelesco." ( Sic)

"Sataniza al gobierno de Yamil Mahuad con todos sus altibajos, aciertos, desaciertos, enfrentamientos, sucesos administrativos, compromisos internacionales, retos sociales, etc."

"Bien pudo Jiménez Mendoza con todo este amontonamiento de situaciones elaborar más de un libro anecdótico, con urdimbre y extensiones asequibles a todo nivel de lectores. También pudo estructurar una autobiografía."

"La obra tiene más de un protagonista narrador. Pues los hechos se cuentan en primera y tercera persona. Con la tercera ironiza los hechos políticos, sus corrupciones y miserias morales, la quiebra del sistema financiero, el desprestigio de los medios de comunicación, la vida citadina, las costumbres y cotidiano ritmo de ciertas familias notables de la capital."

"Con la primera persona narra sus propias experiencias, aventuras, situaciones burocráticas, morbo y deslealtades así como crónicas de carácter oficial."


Comisión de lectura de Ediciones Legarda:

"Frente a la insulsa prédica de heroísmos y santidades tan poco probables, el autor de la Obra nos muestra sobre qué fundar nuestra identidad y desarrollar el carácter nacional. A partir de una facetada y profunda imagen de lo que somos, más allá y más acá de las versiones históricas que ya no convencen, de moralismos hipócritas y de los supuestos prototipos de hombres y mujeres, con quienes muy poco nos sentimos representados ni en la historia ni en la actualidad; solamente a partir de la presencia lacerante, de nuestro origen marcado por el desprecio racial, de nuestra historia de parias que llegan a conquistar a medias su propio territorio, será posible que nos construyamos."

"La novela de Jiménez nos presenta en extenso la vida del chulla quiteño que realmente existió, su biografía, para decirnos que encarna a la clase media de la nación mestiza, el hombre que es de determinada manera porque quiere ser de otra. El chulla quiteño que nos presenta la Obra no viene del folklore, ni del rumor tradicional, sino de la realidad. Allí están, Plinio López, el Mosquito Yerovi, Fausto González, César Pardo, el Terrible Martínez..., protagonistas de la vida quiteña."

"A través de sus páginas, desde el ángulo demoledor del futuro, se quita el maquillaje al sistema "democracia", sus mecanismo, sus trampas maquilladas con ideología. Esta Obra propone una alternativa humanista, antipoder, desde el reconocimiento identitario. Una construcción nacional en planta, permanente creación y búsqueda del sentido de la vida. Una Obra que está en marcha pero aún lejos de estrenarse plenamente, una esperanza. La denuncia de la falsedad del sistema es implacable y consiste, principalmente, en mostrar, desde ángulos sorprendentes, hechos y protagonistas que aparecieron en los diarios de la época, y los comentarios que, sobre éstos, hicieron otros personajes, con caústico humor quiteño."

"Por fin aparece un libro como este, que es ante todo una novela histórica, pero llama al pan pan y al vino vino, tiene propuestas de libertad y no evade la triste realidad, sus protagonistas son concretos y reconocibles hasta por los más desentendidos. Su trama es intensa y fuerte, como la historia, y expuesta, además, con poderosa literatura. Leerla nos lleva de la risa al llanto, porque Jiménez ha manejado el humor y la ironía con originalidad y talento."

"Es una novela larga, apasionante, consigue mantener el interés del lector mediante avances dinámicos en cada una de las diez historias que la conforman, a la vez que entrelaza cad una de ellas con un torrente de acción y comentarios. La vida de la nación está detallada como en un inmenso mural, en el que no falta nadie y todos tienen voz, cada quien con la fuerza de su drama. Es también el testimonio de lo que fuimos a finales del siglo XX, cuando la crisis mahuadista nos precipitó a la globalización de la competencia y el consumo desvergonzados. Propone también, a la nación, una alternativa libertaria, anárquica, en el sentido humanista, no político, que impida nuestra disolución en el vientre del monstruoso mundo moderno y nos haga triunfar sobre nosotros mismos, para seguir teniendo destino propio en la historia futura.


Fragmentos

"Cuando estaban por concluir sus funciones en el Ecuador, el embajador usaita, un mulato malicioso y hablador, acusó a los empresarios nacionales de ser máximos responsables de la crisis. Fueron ellos, dijo, quienes se beneficiaron con dieciseis mil millones de dólares, en préstamos, que se los farrearon en vez de ampliar y modernizar sus empresas. Los empresarios, esos que acusan de no administrar bien, esos que critican el exceso del gasto oficial, se comieron miserablemente los préstamos recibidos dizqué para mejorar la agricultura, la industria y el comercio; se compraron departamentos en playas extranjeras, perdieron inversiones especulativas hechas en el extranjero, se hicieron de putas caras, derrocharon en casinos y becas millonarias para hijos bobos, hicieron turismo del más lujoso. El embajador usaita, aconsejó, a los que aconsejaban por el pago de la deuda externa del Ecuador, que orientaran sus esfuerzos por encontrar a quienes se beneficiaron de esos dieciseis mil millones de dólares que el país tiene que pagar y responsabilizarlos de la deuda pública. Pero, en esto no obedecieron al representante del imperio, los partidos pólíticos, ni las cámaras de la producción, ni los grandes intelectuales, ni los medios de difusión social. Nadie hizo el menor gesto de iniciar tal investigación. El embajador usaita, cínico y malhumorado, dejó el país rumeando verdades sobre las cuales ningún lider local ha querido pronunciarse menos actuar. Aunque en este aspecto el agente usaita fue desoído, hubo una fotografía publicada en la primera plana de un diario de Guayaquil, que se consideró símbolo del habitual sometimiento de nuestro país al imperio: un gringo grandote con corbata y chaqueta sueltas, de pies, tomando con ambas manos su cinturón a lo mero macho, se echaba para adelante y, sin dignarse poner los ojos en su interlocutor, arremetía contra alguien o algo hablando a los gritos. Protagonizaba, sin duda, un desplante. Y, por debajo del gringo, nuestro presidente hundido en un sillón, encogido por el susto, oía la perorata. El usaita que abrumó a nuestro mandatario era el llamado zar antidrogas, poderoso funcionario, encargado de boicotear el único negocio exitoso de latinoamérica con los usa: la cocaína. Los ojitos, como de perro apaleado que mostraba Jasir, daban la medida del poder que estaba manifestándose ante él." Página 688 - 689


"En alguna de las peregrinas reuniones internacionales, por donde vagó en presidente Abdul, se había acordado crear en cada país, una oficina encargada de fomentar la paz mediante la cultura. La iniciativa resultaba extravagante porque implicaba un concepto de cultura por demás impropio. ¿Qué cultura se encargaría de propiciar qué clase de paz? Pero así son las propuestas de los posmodernos. No se olvide que Jasir fue proclamado, por un expresidente gringo, nada menos que adalid de la paz y la anticorrupciòn, y que el inefable Eliseo Latif había puesto su inspiración a la orden del gobierno amigo; era pues que dicha oficina se hiciera realidad, porque sobraba madera para hacerla. La primera y graciosa medida que se tomó, al respecto, fue nombrar director de la cultura pacífica al novio de la ministra de cultura, quien todavía estuvo, inexplicablemente, sin empleo. También tuvieron que improvisar lo demás, pues lo que se hace con pasión se hace de apuro, no existía presupuesto para armar el despacho, entonces se acudió a un expediente que la novia conocía bien: suprimir la dependencia ministerial donde trabajaban los tipos que peor le caían, cancelar a su personal, tomar los muebles y equipos y ¡listo! apareció el despacho. El novio tuvo donde y con que comenzar a promover la paz de la cultura. Pero esa oficina no sobrevivió a la caída de Jasir, con ministra de cultura y todo, inclusive, antes del porrazo, ya había sido descalificado por haber usurpado la razón social del organismo mundial que la auspició." Página 329


"Irene me dijo, que hasta la mujer más frívola, mientras hace bien la labor de parto, se vuelve manifestación de lo sagrado. Irene tenía cabeza grande, pelo negro y lacio que le caía desordenado sobre los hombros, grandes ojos para mirar abismos hasta en minucias. Era simplemente hermosa, es decir solo hermosa. Me sorprendían sus manos, diestras pequeñas hadas, sutiles, que se movían inventando formas y atrayendo signos de otros mundos. Yo bromeaba con ella, diciendo que el cielo le había yapado cerebro, o que a lo mejor le puso corazón en la cabeza. Su fragilidad era una celada para batir al duro tráfago del siglo, y una formidable oposiciòn a las voluntades de poder y competencia que hacen tan triste al mundo.


A la vez se manifestaba sensual y engreída, decir sentir como un pellizconcito dulce bajo el vientre cuando yo la besaba, le gustaban las formas de amarla que yo inventaba. Me acariciaba reposadamente, con las manos, con los pies, con los senos, con la lengua. Se dejaba ir en un rito de adoración a la vida. No existe el amor total, Mateito, me decía, te daré el mío por partes: si tienes hambre te alimentaré, si quieres reír, bailaré para ti, y si quieres volverte zángano te lo permitiré. Mañana, al despertarnos, puedes besarme aquí abajo, voy a esperar la noche entera, me decía, para ser feliz con tus besos este martes.


Era feliz, y su alegría subversiva. Consiguió torcer mi supuesta cordura. Era una artista criando a su hijo, lo hacía hombre. Detestaba la deslealtad y los formulismos, no quiso casarse conmigo, sino amarme. No vestía a la moda. Cuando leyó su ponencia sobre " La mujer en la era posmoderna" las feministas la censuraron y le lanzaron tomates. Amaba a Julio Cortázar, al Ché, a Rodin y al doctor Delgado, decía que tenían en común la integridad. Ayudaba a los amigos drogadictos. Toleraba el irracionalismo en la Universidad pero no la estupidez presuntuosa. Defendía a la universidad, la padecía." Página 258


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