La Vía Nocturna es una novela que descubre ámbitos y callejones por donde el lector puede extraviarse, en el mundo de la noche, hasta dar con el lado oculto de la vida y de las cosas.
En la Vía reconocemos al Quito que concurría a los antros del placer y se escondía tras las sombras, al Quito que permaneció subterráneo pero, a su modo, contribuyó a la transformación vertiginosa del mundo de esa época.
Es la historia prohibida de los bohemios que desafiaban a las élites pacatas e hipócritas de la ciudad, de esos peregrinos, buscadores de lo inefable en cabarets, cantinas y otros sitios de vicio y lujuria. Eran de todas las clases sociales y algunos llevan, en la novela, sus nombres propios que llegaron a ser memorables en esos círculos secretos.
El personaje principal es un transgresor que atraviesa una crisis cayendo en el deshonor, el dolor y la muerte. Tras las bambalinas de la prostitución, los delirios del alcohol y la felicidad de la fiesta hallamos la cruda verdad del drama humano.
La novela es una narración realista que, con un lenguaje pulcro, logra ubicarnos en célebres lugares de la bohemia con exactas dimensiones y detalles, y percibir a quienes los frecuentaban con conmovedores detalles biográficos. A la vez es un libro lleno de poesía y encanto. La Vía es una gran fiesta cuya música suena permanentemente.
Sus páginas tejen un tapiz de la cultura popular que incluye los ambientes marginales y delictivos de Quito que se relacionaban íntimamente con la bohemia. Nos muestra la historia maravillosa de la noche quiteña, también de una juventud libertaria que actuaba en el ángulo clandestino de la medianoche.
Revista Rocinante, Nro. 72, página 52.
