Mi novela LA OBRA Y LOS DUENDES ECUATORIALES salió hace tres años. Me han dicho, muy en privado, tres o cuatro colegas envidiosos y con celos de sus respectivos éxitos, que “es la mejor de los últimos tiempos”, pero son incapaces de repetirlo en público. Tampoco los periódicos que ocupan páginas en hacer publicidad de libros comerciales, tras la fachada de crítica literaria, han hablado de mi obra ni de las de otros autores nacionales que tampoco pagan esa publicidad encubierta. Tal vez estamos incluidos en las listas negras de esos democráticos medios. Por su parte, las librerías no promueven la venta de libros editados particularmente, así sean excelentes, porque sobre su venta ganan apenas entre el 30% y el 40%, mientras que en libros, incluso malos y pésimos (aún de escritores locales), pero de editoras transnacionales y famoseados a propósito, obtienen el 300%.
Sobre LA OBRA Y LOS DUENDES ECUATORIALES, novela de Nicolás Jiménez Mendoza, dijo el gran escritor Eliecer Cárdenas:
“El precio del libro, treinta dólares, nada menos, por desgracia va a inhibir a los auténticos lectores y lectoras de adquirir esta delicia de humor, ingenio, pasión narrativa y gozoso anarquismo anti-sistema. Lamentablemente en nuestro país las librerías son lugares de lujo y entre comprar un libro caro, por más bueno que sea, y solventar otras necesidades, el lector más apasionado tiene que rendirse a las prosaicas realidades”
Al momento conservo todavía con un pequeño
número de ejemplares de la novela y tengo el interés de que la conozcan “los
auténticos lectores y lectoras”. Ya que los críticos oficiales y no oficiales
manifiestan que les aprovecha más permanecer en la ignorancia, ofrezco directamente a los visitantes de
este blog ejemplares gratuitos de la novela LA OBRA Y LOS DUENDES ECUATORIALES.
Para obtenerlos dirigirse al local PB 23 del Centro Comercial Naciones Unidas,
CCNU, de lunes a viernes, entre las once de la mañana y las tres de la tarde,
sin otra condición que citar la presente oferta.
“Los ecuatorianos que no van a sentirse
ofendidos –a menudo de manera personal con nombres apenas ficticios- son pocos.
La novela vitupera a gran parte de sus lectores y simpatizantes potenciales y
me pregunto cuántos de los que no rechazan la Obra por esta razón van a tener
la fortaleza de terminar sus 859 páginas.
Se narra en fragmentos de contrapunto y es
más que nada una crítica feroz del mandato de Mahuad como apoteosis de incompetencia
y corrupción.”
PETER THOMAS
“Nos señala al poder político deshilachado
por los mordiscos despiadados del poder económico. Es el banquete caníbal de
los poderosos, entre ellos devoraron, y la indigestión de los engullidores tuvo
al país ecuatorial con dolor de barriga…. El autor se la busca con algunas de
las estrellas del periodismo y les descubre la veleidades… las voces de la
calle compiten con sus mitologías del poder político creadas por los medios de
comunicación.”
JUAN MONTAÑO ESCOBAR
“Disecciona con humorismo, ironía, pero
también con amarga pluma la serie de taras, ridiculeces, pillerías,
supercherías y timos que aquejan a la “quiteñidad” y de manera más general a
todos los “duendes ecuatoriales” sin distingo de color, sexo, religión o política.
Los lectores podrán solazarse pero también
indignarse con el esperpéntico recuento de nuestros gobiernos anteriores, el
tristemente negro feriado bancario, el régimen de Abdalá, el de Mahuad. Las
trapisondas y pillerías de la corrupción al parecer sempiterna…”
ELIÉCER CÁRDENAS E.
“El libro es original, tiene
características particulares y destacables, pero es también dinamita, porque
compromete a mucha gente viva y curiosamente también compromete a mucha gente
vivísima y a pocos héroes muertos de los que es fácil hablar bien. En su
mayoría los personajes tienen curiosos, aunque bastante obvios sobrenombres que
nos permiten identificarlos.”
CÉSAR CORONEL
Es una novela de ficción histórica, que
analiza los vericuetos del poder, despelleja al gobierno de Mahuad y sus
movidas.
…una pintura auténtica con fácil
identificación de los actores políticos, pese a sus satíricos seudónimos.
Las editoriales escogen unos escritores
para promoverlos, a veces con novelas ligeras y cursis y no a otros que, como
Jiménez golpean con la realidad ecuatoriana.”
EDUARDO NARANJO
“Los diferentes personajes de los disímiles
relatos confluyen en un halo de corrupción que envuelve a la ciudad de Quito.
Muchos van con la corriente que, depredadora, arrastra a los débiles y codiciosos
por un río interminable de podredumbre. Los insólitos nexos entre medios de
comunicación, instituciones religiosas, privadas, públicas, extranjeras y
sicariatos hacen de este texto una novela que muestra el complot detrás del
gobierno y desenmascara una ideología heredada que macera y corrompe a la
sociedad…
Cuenta, punto por punto, los pormenores de
todo lo sucedido en el gobierno y derrocamiento de Mahuad (Jarir Abdul) y toda
la maraña de trampas, tranzas y relaciones de poder que se crearon para confabular
en uno de los períodos más nefastos de la historia política del país.”
LECTOR DE “EL CONEJO”
“El autor matiza la trama con episodios
eróticos, escenas de carácter histórico y mordaces cuadros de gente que jugó un
rol especial en su vida: maestros, condiscípulos, vecinos, amigos de taberna y
mujeres de toda condición; no se escapan curas morbosos, burócratas corruptos y
políticos desatinados.
La obra tiene más de un protagonista
narrador. Pues los hechos se cuentan en primera y tercera persona (sic). Con la
tercera ironiza los hechos políticos, sus corrupciones y miserias morales, la
quiebra del sistema financiero, el desprestigio de los medios de comunicación,
la vida citadina, las costumbres y cotidiano ritmo de ciertas familias notables
de la capital.”
LECTORA DE LA CASA DE LA CULTURA
“La denuncia de la falsedad del sistema es
implacable y consiste principalmente en mostrar, desde ángulos sorprendentes,
hechos y protagonistas que aparecieron en los diarios de la época, y los
comentarios que, sobre éstos, hicieron otros personajes con cáustico humor
quiteño.”
LECTOR DE EDICIONES LEGARDA
“La
investigación detrás de las condiciones políticas, sociales y económicas es lo
que dota a la novela de un sabor propio, casi adictivo. No se puede dejar de
leer hasta haber terminado de jugar a reconocer a los personajes actuales que
retrata la historia, separándolos por supuesto de los que son ficticios.”
WALTER FRANCO